¿como vemos a los demas cuando estamos depresivos? ¿a que caras tememos cuando estamos ansiosos?
Esa realidad que creemos ver ahí afuera no es tal. Hacemos los colores al ver, los sonidos al oir y los olores al oler. No existen colores en el exterior sino que son construcciones cerebrales. La realidad social es en parte también constructivista. Eso que vemos en los demás, eso que pensamos de los otros, esas intenciones que atribuimos a otros… suelen estar muy sesgadas por nuestra propia percepión. En las relaciones humanas, la comunicación no verbal juega un papel fundamental y de todos los elementos que la componen, el rostro es uno de los más indicativos. Por ello, leer el rostro de otros, depende no de lo que ves, sino de como, cuando y quien lo ve.
Este factor es sencillo de entender en algunas patologías mentales. Todos entendemos que en un trastorno del ánimo como la depresión, el proceso emocional está claramente afectado con lo que muy probablemente veamos los rostros de los demás con un matiz diferente, coherente con aquello que estamos viviendo internamente. La realidad se pliega a nuestros pensamientos, es decir, nos damos la razón aunque suframos, antes que despertar a un cambio.
Los individuos con alto grado de neuroticismo, fruto del cual hay una alta reactividad e inestabilidad emocional, muestran una activación alta en el giro fusiforme derecho (donde se procesan los rostros) sugiriendo unas reacciones a los rostros diferentes tanto en su comportamiento que muestran como en la forma de procesarlo. En otro estudio con potenciales evocados, el componente P300 era más pequeño y lento en reacción a caras alegres en los individuos que tenían depresión respecto a los que no presentaban esta disfunción 1, lo que sugiere una incapacidad evidente para percibir la alegría. Acaso necesitaban una intensidad facial exagerada para reconocer una cara de felicidad y alegría 2.
¿Qué hay del reconocimiento de la felicidad para un depresivo? No solo la alegría, los pacientes con depresión tiene una disfunción para reconocer la ira comparados con pacientes control 3. A su vez su capacidad para reconocer caras neutras está alterada tanto en la exactitud como en el tiempo necesario para la detección 4. Muy probablemente indique que las personas que sufren depresión atribuyen estados emocionales a caras que simplemente son neutras.
En definitiva cuando tenemos depresión no solo nuestro mundo interno está afectado sino también el mundo perceptivo de los otros es muy diferente al de personas con un mundo emocional estable.
En personas que sufren de ansiedad social el reconocimiento de rostros está también alterado. De hecho vemos caras amenazantes en otros donde simplemente hay caras neutras o ambiguas 5. Al igual que los individuos depresivos, el reconocimiento de caras alegres en individuos que muestran ansiedad social es mucho más lento 6.
A la hora de mirar partes del rostro, los individuos con ansiedad social presentan tienden a no mirar los ojos, especialmente si la expresión facial es de enfado. Los tiempos de percepción del rostro muestran una hipervigilancia en la ansiedad social.
La conducta evitativa típica de la ansiedad social muestra una relación directa con la capacidad de ver el rostro y la expresión de las emociones, especialmente el enfado. Es curioso que la percepción del rostro y su expresión esté disminuida, encontrando hipoactivación en áreas donde registramos las caras (giro fusiforme izquierdo), y en cambio haya actividad en exceso en la amígdala izquierda y la ínsula, es decir que sentimos emociones “dentro” y somos incapaces de ver con claridad “fuera”.
Cómo procesamos las emociones no es por tanto un fenómeno unitario y general sino que está sujeto a múltiples factores. Además de la depresión y la ansiedad social, el síndrome de Down, el TDAH, el stress post traumático, trastorno bipolar, trastorno obsesivo compulsivo y anorexia nerviosa presentan una elevada alteración en cómo vemos el rostro de los demás.
Independientemente de las patología en muchas ocasiones habituales, nosotros como individuos encontramos dificultades para interpretar correctamente el rostro de las personas, lo que implica que se dificultan nuestras relaciones y que a través de inferencias erróneas, creemos que los otros presentan intenciones, emociones y pensamientos que pueden estar muy lejos de la realidad.
La maestría de la vida se consigue a través de las relaciones genuinas, auténticas, sinceras. Aprender a leer e interpretar el rostro no es una tarea intuitiva, ocasional o innecesaria sino una verdadera herramienta para favorecer empatía, comunicación y compasión hacia nosotros y los demás.
Entender a los otros, no hacer inferencias falsas, descubrir al sospechoso, darnos cuenta de la recepción de nuestros mensajes en los demás, acompañar con sinceridad, empatizar desde un lugar profundo y relacionarse mejor son consecuencias de la habilidad para leer el rostro de forma científica y rigurosa.
Referencias
1 Cavanah and Geisler (2006). Mood effects on the ERP processing of emotional intensity in faces. Internal Journal of Psychophysiology, 27-33.
2 Mendlevic et al (2005). Decoding emotional facial expressions in depressed and anorexic patients. Journal of Affective disorders, 195-199.
3 Lepanne et al (2004). Depression biases the recognition of emotionally neutral faces. Psychiatry Research, 123-133.
4 Joorman and Gotlib (2006). Is this happiness I see? Journal of Abnormal Psychology, 705-714.
5 Yoon and Zimbarg (2007). Threat is in the eye of the beholder. Behavior Research and Therapy, 839-847.
6 Silvia et al (2006). Biased recognition of happy facial expressions in social anxiety. Journal of Social and Clinical Psychology, 585-602.