¿Porqué nos parece alguien atractivo? ¿Cómo ve el cerebro este asunto?
¿Es algo exclusivamente cultural? ¿Existe algún componente innato?
No hablamos hoy de identificar y distinguir personas a través del rostro (Leer el rostro I), o de cómo se expresan las emociones (Leer el rostro II), ni de cómo se escapan a nuestro control las microexpresiones (Leer el rostro III), sino de cómo y porqué detectamos rostros bellos.
Aunque sintamos impulsivamente como una gran verdad la belleza de alguien, lo cierto es que hemos sido educados en determinados indicadores y tendencias que nos influencian.
Con una amplia mirada histórica reconocemos que lo que es bello para unos puede resultar muy diferente para otros. Las mujeres Ainu japonesas del siglo XIX se tatuaban líneas azules como mostachos, los hombres maoríes de Nueva Zelanda tradicionalmente se tatúan el rostro y algunas tribus de Brasil acostumbran a insertar un plato en el labio inferior. Para Darwin, ejemplos de este tipo instaban a considerar la belleza como algo cultural.
Sin embargo, a pesar de las culturas hay acuerdos sobre el atractivo de ciertas caras. Varios de estos estudios se realizan en bebés, los que pasan más tiempo mirando caras atractivas que no atractivas
¿Qué es lo que marca que un rostro sea más atractivo? Solemos creer que lo que marca es que es único, por tanto más diferente a los demás. Parecería intuitivamente lógico pensar así. Sin embargo no lo es dado que un rostro bello es el que más se acerca a la media. Si recordamos que ver un rostro activa una unidad de reconocimiento facial (FRU) a la que después se asocia un contenido semántico y biográfico de la persona, y que esta FRU se basa en mediciones de distancias habituales entre ojos, longitud de nariz y anchura de boca, los rostros que se asemejan más a la media son los que se consideran más bellos. De hecho si cogemos 15 rostros y por ordenador creamos uno que sea la media de todos sus rasgos, éste es el que resulta más atractivo 2, siempre que sea de la propia cultura.
La simetría es otro aspecto a tener en cuenta. Aunque los lados del rostro son levemente diferentes, cuanto más simétrico es una cara más bella nos parece 3. No debemos confundir con esos dibujos que parten el rostro en dos y juntan por superposición las dos mitades en espejo. Un tercer aspecto tiene que ver con el género de la cara. Cuanto más masculina sea una cara de hombre y más femenina una cara de mujer, más atractivas resultan 4. Ambos aspectos, simetría y género están vinculados entre sí como factores indicadores de belleza.
El último factor para calificar una cara como bella tiene que ver con la condición de la piel, que quizá expliqué la obsesión por la belleza del rostro para muchas personas. Y es que al presentar diferentes fotografías en las que se manipula las texturas de la piel, las caras con un color y distribución más homogénea resultan más jóvenes, saludables y atractivas 5.
Muy probablemente estos factores se relacionan con respuestas evolutivas en las que rostros aparentemente saludables, simétricos y bien característicos del sexo que representan mostraran una ventaja selectiva para la descendencia y la progenie así como una predisposición menor a enfermedades y contagios. Sin embargo en tanto el rostro presenta numerosas funciones (identidad, expresión facial, comunicación, receptores sensoriales, masticación, lenguaje) no es sencillo aceptar la hipótesis de la selección natural por respuesta. En la actualidad no procede este tipo de relación dado que la apariencia del rostro, sujeta a miles de intervenciones estéticas, productos y “cuidados” no encuentra una relación directa con la salud, la capacidad inmune o la resistencia a las enfermedades. De hecho conocemos bien los efectos del botox sobre la cognición y las emociones, enlenteciendo estos procesos, por lo que quizá valga la pena eso de que «la arruga es bella».
Un aspecto no evolutivo de la atracción puede tener su origen en el llamado efecto de mera exposición. Numerosos estudios muestran algo que todos hemos comprobado y es que cuando conocemos más a algunas personas las encontramos cada vez más atractivas mientras que el primer día al no ser familiares no lo consideramos así 6. Este fenómeno daría paso a estudiar porqué y cómo reconocemos a hermanos y familiares con los que compartimos genes.
Pero no siempre somos capaces de percibir – crear belleza en nuestra mirada. Cuando sufrimos ansiedad, depresión o patologías específicas como autismo y esquizofrenia nuestra forma de percibir caras es muy diferente. Es sin duda un fenómeno muy curioso (lo veremos en la quinta parte…)
Referencias
1 Slater et al. (2000). Newborn infants preference for attractive faces: the role of internal and external facial features. Infancy, 1 (2), 265-274.
2 Rubenstein et al. (2002). What makes a face attractive and why: the role of averageness in defining facial beauty. Westport, CT: Ablex.
3 Little and Hancock (2002). The role of masculinity and distinctiveness in judgments of human male facial attractiveness. British Journal of Psychology, 93, 451-464.
4 Rhodes, G. (2006). The evolutionary psychology of facial beauty. Annual REview of Psychology 57, 199-236.
5 Jones et al. (2006). When facial attractiveness is only skin deep. Perception, 33(5), 569-576.
6 Bornstein, R.F. (1989). Exposure and affect: overview and meta analysis of research, 1968-1987. Psychological Bulletin, 106, 265-289.