las microexpresiones faciales de las emociones no son controlables. ¿Son una verdadera nariz de pinocho? 

microexpresionesDéjame que te cuente cuando percibí por primera vez una microexpresión facial. En el año 2007 recibí el encargo de entrenar a los 152 árbitros de élite de todo el mundo cara al campeonato del mundo de Sudáfrica 2010. Además del control del stress y la focalización dentro del campo de juego, buena parte del programa que tenía que diseñar y ejecutar era implementar un protocolo de Lenguaje corporal que evitara las confrontaciones en masa, las peleas entre jugadores y la pérdida de control del partido por parte del árbitro.

Observando y observando partidos y entrenando a los árbitros me di cuenta por vez primera, de que en circunstancias de alta presión, gran parte del lenguaje no verbal cambiaba. Aunque el enfoque se dirigía más a la gestualidad, posturas, distancias y estilos de liderazgo que a la expresión facial, ésta no pasaba desapercibida. En ese trabajo percibí por primera vez las microexpresiones faciales, en este caso de miedo en un rostro que trataba de permanecer impasible y firme. Algo se me escapaba… así que decidí investigar sobre ello una vez finalizado el programa. Lo que más me sorprendió fue darme cuenta de que si uno no sabe lo que está buscando no lo puede encontrar. En definitiva, que lejos del mito popular de que cualquier puede saber lo que el otro expresa, hay que estar muy entrenado para precisamente verlo.

Las microexpresiones faciales son movimientos espontáneos, no controlables de algunos músculos de la cara, que duran en torno a 1/20 segundos y que aparecen en momentos y circunstancias muy emocionales 1,2. En ese momento intentamos reprimir esta expresión por considerarla no adecuada pero a pesar de nuestros intentos de control, aparece una respuesta fisiológica evidente. En tanto son rapidísimas nos pasan desapercibidas aunque para un ojo entrenado suceden y son visibles.

microexpression2Las emociones tienen un porqué y se generan en áreas del cerebro que no están sujetas a una cómoda regulación. Las emociones ayudan a la motivación, a la comunicación y a la adaptación al entorno. Por mucho que en ocasiones intentemos reprimirlas, son como volcanes y terremotos en la Tierra: escapan a la superficie. Las microexpresiones son esos pequeños terremotos y volcanes.

Un ejemplo clásico es el enfado. Valoramos un daño con indignación, como en el caso de una sugerencia de un compañero de trabajo que no nos gusta, pero no podemos dentro del contexto de una reunión expresar y decir lo que de verdad sentimos. Esa ira contenida escapa en forma de microexpresión.

El miedo aparece cuando nuestro bienestar se ve amenazado. Pero en tanto ese bienestar puede implicar nuestra costumbre, comodidad e incluso egoísmo, miles de estímulos que atentan nuestras rutinas pueden desencadenar miedo, que no queremos hacer visible, sin poder evitarlo: microexpresión.

El desprecio es muy habitual e la expresión emocional. Representa una sensación de superioridad, normalmente intelectual ante hechos, eventos u opiniones sobre los demás. En muchas ocasiones alguien te da la razón, te da las gracias o te dice que está encantado contigo y a la vez muestra desprecio. En ocasiones aparece el asco, una emoción muy visceral, con origen evolutivo para evitar contagios, contaminaciones y venenos, pero que culturalmente se desarrolla igualmente en contextos de interacción social. Es muy habitual que se escapen expresiones de asco, cuando nos preguntan sobre grupos sociales concretos, ideologías o representantes de movimientos que no encajan en nuestras ideas. Literalmente nos producen asco. Junto al miedo, asco, desprecio y enfado viajan la ansiedad, la penosa envidia, los celos, la alegría, la culpa y la vergüenza en nuestro día a día. En ocasiones, sobre todo las emociones básicas, escapan a la superficie y muestran una realidad interna que no podemos esconder.

Las microexpresiones han llegado a ser muy famosas por los trabajos de Paul Ekman 3 aunque fueron descubiertas años antes 4. Con un exagerado perfil comercial parecieran mostrar por fin una nariz de Pinocho por la cual pudiéramos conocer qué hay dentro de la cabeza del otro. De este modo tendríamos acceso a eso que la persona quiere ocultar y que nosotros queremos saber. Nada más lejos de la realidad.

micro3El problema es que esa aproximación no refleja la actitud correcta. No es extraño que partiendo de ese lugar, poco ético y compasivo, muchas personas crean que con las microexpresiones se detectan mentiras. O se entrenan para detectar microexpresiones a nivel profesional sin antes mejorar su habilidad de escucha o de empatía. Incluso podemos llegar a ser expertos en microexpresiones para ver microexpresiones por todos los sitios y no llegar a conclusión alguna. O sin darnos cuenta partir de nuestras propias ideologías sesgadas a lo que queremos interpretar, aspecto que no escapa ni siquiera a los profesionales del derecho: no es tan fácil ser objetivo si uno está enamorado de sus filias. En ese caso comprobamos lo que ya buscábamos en vez de deducir de forma seria y honesta.

Siento decepcionar: la realidad es que una microexpresión es una entre mil detalles que expresamos en una conversación y no implica sí o sí, engaño deliberado. Corremos un serio riesgo de enfocarnos en ellas y perder el bosque, no atender lo verbal y juzgar en vez de acompañar. Por conocidas, comerciales y atractivas que resulten, analizar el comportamiento humano requiere de la observación atenta de muchos más canales, no sólo el rostro y no solo la microexpresión.

Las microexpresiones no detectan al mentiroso, sino que en ocasiones sacan a la superficie algo sospechoso. Pero esa sospecha no necesariamente implica una actitud deshonesta del otro. En muchos casos implica que nosotros hemos actuado de forma impulsiva o poco empática, provocando en el otro una emoción incómoda.

En otros casos puede querer decir que esa persona que nos parece sospechosa, no maneja en absoluto sus emociones, las desterra, le incomodan y prefiere una filosofía fría o racional antes que ponerse en contacto con ellas. Cualquier estímulo provoca una incoherencia en su lenguaje no verbal, y sin embargo no siempre nos está engañando o mintiendo.

En definitiva: sin trabajar hacia dentro buscar la microexpresión en el rostro del otro provoca el llamado error de Otelo 5, como en la novela de Shapeskeare, en el que al final uno comprueba lo que ha creado.

Leer el rostro no es juzgar al otro sino detectar una posible incongruencia. Leer el rostro de los demás es aprender cómo estamos comunicando para modular y ajustar mejor nuestro mensaje. Las microexpresiones son una herramienta más entre muchas de nuestro comportamiento no verbal. No son la panacea, ni la solución, ni representan en absoluto, la ansiada nariz de Pinocho. Son una maravillosa herramienta dentro del extenso mundo del comportamiento no verbal.

Y si las microexpresiones nos pueden servir para investigar incoherencias… ¿qué sucede cuando vemos un rostro y lo nos provoca es admiración?

Sobre rostros bellos… (en la cuarta parte).

Referencias

1 Kring, A.M. y Sloan, D.M.(2007).The Facial Expression Coding System (FACES): Development, Validation, and Utility. Psychological Assessment, 19(2), 210–224.

2 Wehrle,   T. , Kaiser,S. , Schmidt,S. Y Scherer, K.R. (2000). Studying the dynamics of emotional expression via synthesized facial muscle movements. Journal of Personality and Social Psychology.

3 Ekman,P.(1997).What the Face Reveals: Basic and Applied Studies of Spontaneous Expression. New York: Oxford University Press.

4 Haggard, E. A., & Isaacs, K. S. (1966). Micro-momentary facial expressions as indicators of ego mechanisms in psychotherapy. In L. A. Gottschalk & A. H. Auerbach (Eds.), Methods of Research in Psychotherapy (pp. 154-165). New York: Appleton-Century-Crofts.

5 Bembibre, J. y Higueras, L. (2010). A vueltas con el error de Otelo: aplicación del modelo de fuentes a la credibilidad del testimonio y su afectación por la carga emocional. Psicothema, 22, 1, 125-130.